El cannabis ya es una de las sustancias más consumidas por los adolescentes en todo el mundo. Y aunque se habla mucho de sus usos terapéuticos en adultos, cuando se trata de menores de edad, la historia cambia radicalmente.
¿Qué pasa realmente cuando un adolescente consume cannabis de forma frecuente? ¿Son exagerados los riesgos que se mencionan? ¿Qué dice la neurociencia sobre su impacto en el cerebro en desarrollo?
Bueno, vamos por partes.
El cerebro adolescente: una obra en construcción
El cerebro no termina de desarrollarse a los 12 ni a los 15… ni siquiera a los 18. De hecho, la maduración completa ocurre alrededor de los 25 años, especialmente en la corteza prefrontal, que es la zona encargada de:
- Tomar decisiones racionales.
- Controlar impulsos
- Planificar a largo plazo
- Regular emociones
Durante la adolescencia, el cerebro está en plena reorganización neuronal. Es como estar remodelando una casa mientras aún vives en ella: puede funcionar, pero es un desmadre.
¿Cómo afecta el cannabis al cerebro en desarrollo?
El cannabis interactúa directamente con el sistema endocannabinoide, que es clave en procesos como el crecimiento neuronal, la plasticidad sináptica (cómo aprenden las neuronas) y la regulación del estado de ánimo.
Cuando un adolescente consume cannabis de forma habitual, los estudios muestran que:
- Se altera la maduración natural del cerebro, sobre todo en áreas como el hipocampo (memoria) y la corteza prefrontal (razón y autocontrol).
- Puede haber cambios en la conectividad cerebral, reduciendo la eficiencia de redes importantes para la concentración, la toma de decisiones y la gestión del estrés.
- A largo plazo, se ha asociado el consumo frecuente con menores niveles de rendimiento académico, más dificultad para regular emociones y aumento del riesgo de depresión o ansiedad en la adultez.
¿Qué dice la ciencia?
- Un estudio longitudinal publicado en The Lancet Psychiatry (2014) encontró que los adolescentes que consumen cannabis frecuentemente tienen un mayor riesgo de bajo rendimiento escolar, dependencia y síntomas psicóticos en la adultez.
- Otro estudio del Journal of Neuroscience (2019) analizó cerebros de adolescentes de entre 14 y 19 años, mostrando cambios estructurales incluso con un consumo ocasional, especialmente en áreas relacionadas con el control de impulsos.
- La American Academy of Pediatrics recomienda evitar el uso de cannabis en menores de edad, a menos que sea por indicación médica y con supervisión estricta.
¿Entonces, todos los adolescentes que fuman cannabis sufrirán daños?
No necesariamente. Aquí hay que hacer una distinción clara:
Uso frecuente y sin control: Mayor riesgo de alteraciones cognitivas, emocionales y académicas
Uso ocasional y con supervisión: Menor riesgo si se da en contextos controlados, con orientación y sin abuso
Cada persona tiene una vulnerabilidad distinta, influenciada por genética, entorno familiar, salud mental previa y otros factores.
El riesgo aumenta significativamente si:
- Hay antecedentes familiares de trastornos mentales.
- Se empieza a consumir a edades muy tempranas (antes de los 16).
- El consumo es frecuente o diario.
- Se combinan otras sustancias como alcohol o nicotina.
¿Se puede revertir el daño?
Buenas noticias: en muchos casos sí. Si el consumo se interrumpe antes de los 25 años, el cerebro aún tiene suficiente plasticidad para recuperarse en gran medida. Por eso es tan importante hablar del tema sin tabúes y con información clara.
¿Pero y el uso medicinal?
Hay ciertos casos donde el cannabis medicinal se indica en menores de edad (como epilepsias resistentes, autismo severo, entre otros), pero siempre bajo control médico, con productos estandarizados y dosis precisas. Esto es muy distinto al consumo recreativo sin supervisión.
En resumen:
El cannabis no es una sustancia “inofensiva” para el cerebro en desarrollo. No se trata de satanizarlo, sino de reconocer que en la adolescencia los riesgos son reales y están respaldados por la ciencia.
Hablar con jóvenes desde la empatía, no desde el miedo ni la prohibición, es la mejor forma de ayudarlos a tomar decisiones informadas.